domingo, 9 de agosto de 2015

Bebé Theresa


La historia de la bebé Theresa no sería notable salvo por lainsólita petición que hicieron sus padres. Sabiendo que su hija no podría vivir mucho y que, incluso si pudiera sobrevivir, nunca tendría una vida consciente, los padres voluntariamente ofrecieron los órganos de Theresa para trasplante. Pensaron que sus riñones, hígado, corazón, pulmones y ojos deberían darse a otros niños que pudieran beneficiarse de ellos.

Una niña que nació sin cerebro y cuyo drama conmovió a todo Estados Unidos, ha suscitado en este país una urgencia por resolver el dilema legal sobre el derecho a la vida o a la muerte de personas que no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir sin asistencia médica especial. Theresa Ann Pearson estaba condenada a morir desde que nació, y sus padres, Jostin y Laura, querían que los órganos vitales de la niña ayudaran a salvar a otros, pero no pudieron cumplir sus deseos porque las leyes se lo impidieron.
La familia, con la ayuda de un abogado que la representó gratuitamente, Walter Campbell trató en vano de persuadir a la justicia de que le permitiera donar los órganos de Theresa de modo que pudiera dejar un legado de su trágico nacimiento.La niña murió antes de que el Tribunal Supremo de Florida llegara a pronunciarse sobre su caso. Antes, una juez de Fort Laudertale, al noreste de Miami, y un tribunal de apelaciones negaron su solicitud, aduciendo que legalmente no estaba muerta mientras presentase algún signo de actividad cerebral, que en su caso era el rudimentario mecanismo que la hizo chillar cuando nació y que controlaba los latidos de su corazón y su respiración. Donar uno de sus órganos vitales a otro niño significaría su muerte segura.
Campbell sostiene que el Estado invadió el derecho de sus clientes a tomar una decisión personal con su médico sobre la suerte de la niña. "Este bebé conmovió a muchas personas durante su breve vida", dijo su padre, Jostin Pearson, un trabajador de la construcción de 30 años. "Sólo esperamos que no la olviden ahora que se ha ido".
Campbell y un abogado especialista en apelaciones, Scott Mager, prometieron seguir adelante para obligar al Estado a revisar sus leyes. El mismo día en que Theresa murió, Mager entregó en la legislatura de Florida un proyecto de enmienda a la ley que define cuándo ocurre la muerte. Según el experto, de acuerdo a una decisión de la Corte Suprema de 1984 que era aplicable a Theresa, jurídicamente ella tenía derecho a morir por "carecer totalmente. de las funciones cerebrales de reconocimiento y no tener conciencia de sus alrededores". Casos como el de Theresa que involucran decisiones capitales para médicos y millares de personas sin esperanzas de vida abundan en Estados Unidos, pero rara vez llegan a tener la atención nacional que el bebé Theresa convocó.
En opinión de Gonzalo Herranz, presidente de la comisión deontológica de la Federación de Colegios Médicos de España, el hecho de que se plantee la eutanasia para un niño sin cerebro "nace de la mentalidad de la intolerancia hacia la deficiencia". "Si esta mentalidad se va extendiendo, se empieza matando a niños anencéfalos y se acaba matando a niños con síndrome de Down", afirma.
La ley, tras la sociedad
Según varios especialistas consultados por el Miami Herald, las leyes nunca avanzan tan rápido como la medicina o la tecnología, y en ellas están involucradas una maraña de conceptos políticos, religiosos, morales y económicos que contribuyen a la confusión. "La ley simplemente no alcanza a la tecnología, no sé si puede, dada la sociedad pluralista en que vivimos", explicó James Hendricks, una abogada experta en derecho de salud.
Para el reverendo Henry Minich, capellán de la Universidad de Miami y profesor adjunto de leyes, la dificultad está en que la sociedad cambia más rápido que las leyes. "El propósito de la ley es reflejar la realidad de la sociedad, y la sociedad siempre estará delante de la ley". La tragedia de Theresa, ampliamente difundida en los medios nacionales de comunicación, abrió viejas heridas en muchas familias que han pasado en silencio por lo mismo. Según el abogado Campbell, sus oficinas recibieron centenares de llamadas de gente ofreciendo su apoyo moral y económico a Laura Campo y Jostin Pearson, una pareja de trabajadores que se las ingenia para mantener a sus otros dos hijos y que lleva ocho años de vida en común.
http://elpais.com/diario/1992/04/01/sociedad/702079205_850215.html

2 comentarios:

  1. Si la bebé estaba condenada a "no vivir", ¿por qué el gobierno tendría que oponerse?. Los padres son responsables de sus hijos, no era inhumano querer donar los órganos de sus hija, iban a cambiar la vida de muchas familias, ofrecían una mejor calidad de vida para otros bebés, que por desgracia su hija no tuvo la misma oportunidad.
    Dentro de mi opinión el gobierno no tenía por que haber intervenido, ellos no están pasando por la situación y se les hace fácil evitar una decisión de padres de familia, cuando realmente Bebé Thresa no tenía ninguna oportunidad de calidad de vida.

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  2. ¿Realmente tenemos la decisión absoluta sobre la voluntad de otro ser? Sabemos que es un humano que no va a poder sobrevivir por sus propios medios y tendría que estar conectado toda su vida a una máquina, pero sin uno de los órganos principales: el cerebro.
    En mi opinión, la realidad es que un cuerpo que no puede vivir de manera autosuficiente en funciones elementales como la respiración, el palpitar del corazón, entre otros, debería de permitírsele partir de este mundo de forma honrada, respetando su cuerpo y su espíritu.

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